En los Cedros del Líbano

... Pude contar al menos 13 o 14 árboles, siendo los árboles más grandes que he encontrado durante mis viajes largos. Pero eran tan altos que muchos podían alcanzar un radio de seis o siete metros. A cierta altura, se dividen en cinco o seis ramas principales que, emergiendo del mismo tallo, formaban, por así decirlo, árboles nuevos implantados en el tronco. La circunferencia del cedro es muy ancha, ni siquiera dos hombres consiguen abrazarla. Su cumbre, proporcionada a la inmensidad de su tamaño, se eleva majestuosamente hacia el cielo. Los cedros ofrecen lo que parece ser una vasta cúpula de vegetación, bajo la cual los cristianos tienen el placer de ver altares levantados hacia el Dios que adoran.

... El Cedro del Líbano es un árbol que se menciona repetidamente en las Escrituras. Su elevación, longevidad, incorruptibilidad, fertilidad a través de la cual prosperó en las montañas, sirvieron como puntos de referencia para las cualidades y virtudes de la persona justa. El Cedro se llama Árbol de Dios, Cedrus Dei. El templo de Salomón y el palacio de este príncipe se hicieron de madera de Cedro, y el tamaño de los árboles restantes demuestra asimismo  claramente cómo y por qué esta madera se prefirió a otras, se usó en algunos edificios sagrados, o se colocó en las paredes, de acuerdo con su espesor y, a veces, su altura. En la época de la idolatría se tuvo gran aprecio por los cedros y hasta se cruzaban precipicios para verlos. Los cedros también fueron de utilidad en los templos de los dioses. Plinio narra que el techo del templo de Diana en Éfeso se fabricó con madera de cedro; en la historia antigua aparecen también estatuas colosales de cedros.

Extracto de Lamartine, A. d. (2000). Voyage en Orient. París: Honoré Champion