Breve historia de los Maronitas




- I -
En el primer cuarto del siglo V, Marón, un ermitaño de origen arameo que hablaba siriaco murió en la región de Ciro, entre Alepo y Antioquía (noroeste de la actual Siria). La región era conocida administrativamente durante el período romano bizantino de aquél entonces con el nombre de Siria Prima.

En su libro ‘Historia de los Monjes de Siria’, Teodoreto, obispo de Ciro, escribió sobre Marón, el sacerdote y el ermitaño: "Lejos de cumplir con las obras habituales, ideó otras tareas, amontonando la riqueza de la filosofía ... De hecho Pudimos ver cómo consiguió bajar la fiebre con el rocío de sus bendiciones, los temblores cesaban, los demonios huían y las diversas enfermedades –incluso las más diversas–, quedaban curadas con un solo remedio".

San Marón no fundo ninguna iglesia ni orden monástico, ni dejó ninguna obra teológica o filosófica. Se dedicó principalmente a Cristo de una manera única, enseñando a muchos discípulos: monjes, adoradores y monjas ... Estableció, en cierto modo, una escuela espiritual monástica y eremítica que sigue prosperando en la actualidad, definida por Teodoreto como " La filosofía de una vida al aire libre ".

No sabemos exactamente cuándo murió San Marón. Si bien la tradición dice que murió en 410, todo lo que sabemos sobre su muerte es que ocurrió antes de la designación de Teodoreto como obispo de Ciro en 423.
En 451, durante el Concilio de Calcedonia, la iglesia estaba dividida en varias iglesias locales debido a conflictos dogmáticos, semánticos y políticos. La iglesia siria se dividió en dos ramas: la rama anticalcedonia (jacobitas) y la calcedonia.

En 452, influenciado por Teodoreto y siguiendo la orden del emperador bizantino Marciano (450-457), los discípulos de San Marón construyeron un monasterio sobre el río Orontes y lo nombraron en honor a su patrón. Este monasterio se convirtió rápidamente en el baluarte de la doctrina Ortodoxa Católica según la definición dogmática Calcedonense, de la región de Siria Secunda (Hama-Homs). A pesar de que las fuentes históricas no especifican dónde se ubicaba el monasterio del río Orontes, lo cierto es que este monasterio no fue sólo una "casa de oración y trabajo, sino también una fortaleza de fe y la base de un mensaje" como declaró el Abad Boulos Naamán.

No hay duda de que el verdadero maronismo surgió del Monasterio de San Marón. Fue un movimiento monástico espiritual que imprimió su forma de vida e influyó en su curso de la Historia.

En 517, tras la emboscada que llevó a la muerte de unos 350 monjes que apoyaban al Consejo de Calcedonia, el superior del Monasterio de San Marón, junto con otros superiores en Siria Secunda, escribió una carta, pidiendo ayuda  al papa Hormisdas (514-523).

Como consecuencia de ello, el Monasterio de San Marón prosperó y se convirtió en la piedra angular de una serie de monasterios que florecieron en Siria Secunda. La comunidad reunida alrededor de estos monasterios era conocida como Beit Maroun.

Esta nueva comunidad pronto se expandió en diferentes ciudades de la Siria romana, predicando la fe calcedonense. También llegó a muchos lugares del Monte Líbano, donde Ibrahim de Ciro, uno de los discípulos de Marón, ya había convertido a muchos paganos al cristianismo en el valle del río Adonis, que más tarde recibió su nombre: Nahr Ibrahim.

Posteriormente, cuando la sede patriarcal de Antioquía quedó vacante debido a la conquista árabe-musulmana, la comunidad maronita encabezada por el Monasterio de San Marón tomó la iniciativa a fines del siglo VII o principios del VIII de elegir a Juan Marón como Patriarca de Antioquía.
 

-II-
La comunidad de Beit Maroun soportó difíciles circunstancias históricas, debido a la opresión religiosa, política y dogmática del conquistador árabe-musulmán por un lado, y del ambiente anti calcedonense por otro. Además, en medio de la persecución política de los bizantinos, esta comunidad fue privada de los medios de subsistencia y se le negó la libertad política y religiosa, así como la estabilidad material y espiritual. Después de la destrucción del monasterio de San Marón, los maronitas decidieron distanciarse del conflicto existente entre las grandes potencias en ese momento, los bizantinos y los árabes. Para preservar su libertad y su identidad religiosa, cultural y política, tomaron la decisión más difícil, la de mudarse de las llanuras fértiles y cultivables hacia las regiones áridas, para unirse a sus compañeros creyentes de las zonas rocosas y áridas del Monte Líbano.

Los emigrantes tomaron la antigua ruta, siguiendo el cauce del río Orontes y llegaron a su nacimiento en Hermel (Líbano). Desde allí, llegaron al Monte Líbano, por ambos lados –Jebbet-Bshareh y Jebbet al-Mnaitra– donde se establecieron básicamente, trasladando su residencia patriarcal al monasterio de San Jorge, en Yanouh (Biblos).

Los recién llegados enfrentaron muchos desafíos a lo largo de su asentamiento en el Monte Líbano, sin embargo, el reto mayor y más audaz no fue el de su subsistencia a lo largo de todos los imperios sino más bien la supervivencia en una naturaleza salvaje. Si la naturaleza pudiera hablar, contaría lo que sucedió entre esta comunidad y la tierra.

Al principio, fue una relación de enemistad que luego se convirtió en una amistad y después, en una historia de amor y una forma de vida única, atando el destino de los maronitas a su nueva tierra. Nadie puede comprender profundamente la historia de los maronitas, a menos que uno lea las historias sobre olivos, enredaderas, senderos y rocas. Cada pedazo de tierra de las aldeas tiene una larga historia y sus descendientes la heredan y la transmiten. En resumen, la tierra siempre ha sido el árbol genealógico maronita. (Padre Michel Hayek)


-III-
Durante el reinado de los Cruzados (1095-1291), los Maronitas aprovecharon la oportunidad para salir de su aislamiento, cooperaron con los Francos, fueron testigos de cierta libertad religiosa y renovaron su relación con la Iglesia de Roma.

Sin embargo, con la derrota de los Francos a fines del siglo XIII, los Maronitas soportaron difíciles circunstancias bajo el gobierno de los Ayubíes y más tarde de los Mamelucos (1291-1516), que comenzaron a perseguir a todos aquellos que habían colaborado y simpatizado con los Cruzados, entre los cuales se encontraban los maronitas.

Muchas campañas militares arrasaron, destruyendo y borrando del mapa, la "Tierra Maronita", a saber, la región de Ehden y Jebbet-Bsharreh en 1268 y en 1283, cuando el patriarca Daniel de Hadshit, líder de la resistencia fue capturado y ejecutado. La campaña de Kesserwan en 1305 erradicó a todos los maronitas; Fue tan intensa que no quedó ningún árbol en pie.

Como resultado de estas campañas, muchos maronitas huyeron a la isla de Chipre, donde sigue habiendo varias aldeas maronitas en la actualidad.

Las sucesivas campañas de los mamelucos contra los maronitas, que se quedaron sin refugio, fueron agotadoras. El destino de los maronitas casi había llegado a un callejón sin salida. Su número disminuyó en las ciudades y dejaron de estar bien preparados. Los maronitas que sobrevivieron se quedaron en Jebbet-Bsharreh, Zawya, Batroun, Jebbet al-Mnaitra y sus alrededores. Sufrieron pobreza y miseria, ante las inclemencias de la naturaleza, las privaciones, la alienación respecto al mundo exterior, dejando de ser los ejes del intercambio económico. Su herencia cultural se desvaneció y las crisis sucesivas los convirtieron en una presa fácil para todos.

En 1367, los Mamelucos capturaron al Patriarca Maronita Gabriel de Hjoula y lo quemaron vivo en las afueras de Trípoli. En 1440, tras la campaña de los Mamelucos contra la residencia de los Patriarcas maronitas en Biblos, el patriarca Juan de Jaj (1404-1445) se mudó a Wadi Qannoubine y vivió en el Monasterio de Nuestra Señora, que se convirtió en la residencia de los Patriarcas maronitas hasta el siglo XIX. Desde Qannoubine, los patriarcas maronitas resistieron, sobrevivieron y oraron para que la gente mantuviera su libertad religiosa y política. Como dijo el patriarca Sfeir: "Ésta es la libertad, sin la cual no tenemos vida".

A pesar de todas las persecuciones, los maronitas se mantuvieron unidos, durante toda la era mameluca, bajo el liderazgo de sus patriarcas y sus jefes locales, los Muqaddamin.


- IV -
Durante el gobierno otomano (1516-1918), los maronitas enfrentaron nuevos desafíos. En el plano político, demográfico y económico, su estabilidad estaba estrechamente vinculada a su relación con los gobernadores locales. Por ejemplo, durante la opresión de Seyfa y Hamadeh, los gobernadores del norte y de los distritos de Batroun y Jbeil, obligaron a muchos maronitas a abandonar estas regiones. A la inversa, los Asafitas, gobernadores de Kesserwan y luego los Maanis y Chehabis, gobernadores de Chouf, alentaron a los que huían del Norte a establecerse en las regiones de Kesserwan, Metn, Chouf y Jezzine. Vale la pena mencionar el caso de Fakhreddine II (1585 - 1635): con la ayuda de los Maronitas, estableció buenos lazos con los Cristianos occidentales, solicitando su apoyo para obtener la independencia.

En el nivel educativo, los Maronitas fueron los primeros de todo el Levante en abrirse a las culturas occidentales, debido a sus relaciones con los papas. De hecho, en 1584, el Papa Gregorio XIII estableció el Colegio Maronita en Roma, donde muchos jóvenes maronitas continuaron sus estudios. Algunos de ellos regresaron al Monte Líbano y ocuparon muchos cargos eclesiásticos, mientras que otros se quedaron en Europa y se destacaron en la "República de las Letras"; tenían la posición de mediadores entre las culturas orientales y occidentales, traduciendo libros del árabe al latín y viceversa, estableciendo colecciones orientales en bibliotecas occidentales y enseñando idiomas orientales. Estos hechos otorgaron a los maronitas su reputación, representada por el dicho: "Erudita como un Maronita".

Relacionado con este contexto, el monasterio de San Antonio de Kozhaya (Mar Antonios) utilizó la primera imprenta de la parte oriental del Sultanato Otomano, donde se imprimió el Libro de los Salmos en 1610 en letras siríacas y en garshuni. La Orden Maronita Libanesa reintrodujo esta imprenta en 1805, pero su actividad se limitó a imprimir libros litúrgicos, que los monjes necesitaban para sus oraciones diarias, como el misal y otros libros de servicio.

 
- V -
La reforma de la vida monástica se llevó a cabo a finales del siglo XVII: cuatro jóvenes maronitas de Alepo: Gabriel Hawwa, Abdullah Qaraali, Youssef al-Betn y Germanus Farhat, fueron recibidos por el patriarca Estefan el-Doueihy (1670-1704) quien les dio el hábito monástico en Qannoubine el 10/11/1695. Esta fecha marcó el inicio oficial de la reforma monástica en la historia maronita. La nueva congregación se dividió en dos ramas en 1770: la Orden Maronita Libanesa (los Baladitas) y la Orden Maronita Alepiana, que en 1969 se denominó Orden Maronita Mariamita.

En 1700, el obispo Gabriel de Blouza fundó la Orden Maronita Antonina en el monasterio de San Isaías (Mar Chaaya) en Broumana, Metn. Paralelamente, la vida religiosa para las mujeres se organizó en los conventos de San Juan (Mar Youhanna) en Hrash y luego en San Elías (Mar Elías) en Ras, cerca de Jeita. Más tarde, muchos otros conventos florecieron dentro y fuera del Monte Líbano.


-VI-
En el siglo XVIII, la comunidad maronita experimentó una importante expansión demográfica y geográfica del Monte Líbano al norte de Chouf, Jezzine y hasta la región de Sidón ... A fines de este siglo, hubo una transformación en la autoridad suprema del emirato cuando el emir Youssef Chehab, fue bautizado como Maronita y se convirtió en el primer gobernador cristiano del Monte Líbano, bajo los otomanos.

El “Sínodo libanés”, celebrado en el monasterio de Nuestra Señora de Louaize de Kesserwan, en septiembre de 1736, sentó las bases de la moderna Ley Canónica Maronita y tuvo un gran impacto en el curso de la historia maronita. Entre las decisiones de este Sínodo, estaba el establecimiento de los límites geográficos de las heptarquías y la nominación de las sedes episcopales. El Sínodo también impuso la educación obligatoria para los jóvenes.

Durante el siglo XVIII, los misioneros Católicos establecieron varias escuelas en el Monte Líbano. Después del Sínodo libanés, los maronitas participaron más en la inauguración de escuelas en las aldeas, una de las cuales fue el colegio "Ayn Warqa" fundado en 1789 en Ghosta, que pronto se convirtió en un pilar importante en el moderno sistema educativo superior.


- VII -
En la primera mitad del siglo XIX, la situación política en el Monte Líbano experimentó muchas transformaciones importantes. La interferencia del gobernador otomano de Acre, Jazzar Pasha (1777-1804) en la política interna libanesa, la fluctuación de la política de Emir Bashir II (1788-1840), la conquista de los Egipcios (1831-1840), lo desestabilizó todo. Las relaciones entre los habitantes del Monte Líbano, especialmente entre maronitas y drusos, llevaron a varios enfrentamientos religiosos entre 1840 y 1845. El sistema político heterogéneo, llamado Qaim Maqamiyatayn, no logró resolver los problemas y dio lugar a muchas revueltas de campesinos, como la de  1858 contra el feudalismo y terminó con las masacres de 1860, que se saldaron con la muerte de más de 12.000 maronitas en el Monte Líbano y Damasco.

Luego nació el sistema Mutasarrifate en 1861, ingeniado por las potencias Europeas de acuerdo con los otomanos. Este sistema nombró por primera vez a un gobernador cristiano católico, pero no libanés para gobernar el Monte Líbano. Este sistema aseguró la estabilidad hasta la Primera Guerra Mundial.

La segunda mitad del siglo XIX fue testigo del auge de la educación superior en Beirut, especialmente con la fundación de las universidades estadounidenses y de los jesuitas que recibieron a las élites maronitas, que más tarde se involucrarían en la vida política, económica e intelectual. Esta era fue testigo del florecimiento de revistas, publicaciones periódicas y prensas de impresión en todas las regiones.

De hecho, los Maronitas participaron en el movimiento de ilustración árabe que llevó a la aparición de la lengua y literatura árabes. Este movimiento llevó al restablecimiento del nacionalismo árabe para contrarrestar el movimiento de turquificación otomano.

Los Cristianos, a saber, los Maronitas, que se adhirieron a las asociaciones del nacionalismo árabe adoptaron lo que pedía la Revolución Francesa: libertad, justicia e igualdad, ya que estaban profundamente influenciados por los filósofos de esta era en Europa.

En esta misma era, crecieron en la región la sericultura y la artesanía de la seda. Esto aseguró la autonomía económica del Monte Líbano y enriqueció los intercambios comerciales. Por lo que, la reputación sericícola del Monte Líbano se extendió, llegando hasta el otro lado del Mediterráneo, a saber, Marsella y Lyon. Esta industria de la sericultura y la seda fue una verdadera revolución social en esta región. También es importante mencionar que la exportación de seda desde el puerto de Beirut a Marsella, sentó las bases para las agencias de transporte marítimo en el Líbano.
Después de las masacres de 1860, muchos cristianos, incluidos los maronitas, huyeron a Egipto. Sin embargo, Antonios Bachaalany, un maronita de Salima (distrito de Baabda) fue el primer emigrante al Nuevo Mundo. Llegó a los Estados Unidos en 1854 y murió allí dos años después.

De hecho, la emigración se incrementó como resultado de la reducción de los terrenos montañosos y de la privación de los puertos marítimos y llanuras agrícolas, que en conjunto dieron a los jóvenes libaneses un motivo para migrar, además del sueño de riqueza en los países transatlánticos. Pronto, un torrente de personas que soñaban con comenzar una vida en el nuevo mundo, salieron rápidamente de su miseria. (Dr. Abdullah Mallah)

Los emigrantes partieron en los barcos fondeados en el puerto de Beirut. Estos barcos tuvieron varias paradas, especialmente en Egipto, antes de llegar al puerto de Marsella, en Francia. Allí, los emigrantes a veces tenían que esperar semanas, hasta que otra gran nave estuviera lista para llevarlos a las dos Américas.

Además de enfrentar las dificultades del viaje, durante el cual los inmigrantes sufrieron un trato inhumano, muchos de ellos también fueron víctimas de robo, saqueo y pérdidas al llegar a sus destinos, especialmente durante la primera etapa. Algunos también habían sido engañados y explotados por corredores y traficantes. Además, los inmigrantes no sabían nada de inglés, español o portugués, los idiomas que se hablaban en los países a los que llegaban y, por lo tanto, eran incapaces de comunicarse con los habitantes  locales. Muy pocos de ellos sabían a dónde se dirigían realmente y qué les esperaba. (Dr. Abdullah Mallah)

La mayoría de los inmigrantes durante esta etapa trabajaron en el comercio, especialmente como vendedores ambulantes con mochilas especiales. Eran conocidos por su audacia, determinación, asunción de riesgos y perseverancia. Eran, en general, personas de mentalidad fuerte que pronto se integraron completamente en las sociedades occidentales.

Más tarde, la emigración llegó a África, Australia, Canadá y Europa.


- VIII -
La Primera Guerra Mundial (1914-1918) trajo consigo el flagelo, la injusticia, el hambre y la oscuridad. Al final de la Primera Guerra Mundial y a pesar de la miseria que estaba experimentando, el Monte Líbano recibió a decenas de miles de inmigrantes oprimidos de regiones vecinas, como los armenios y sirios, que habían huido de las masacres y del genocidio cometidos por el Imperio Otomano contra ellos.

El estado del Gran Líbano fue declarado a principios de septiembre de 1920 bajo el mandato francés. La constitución de 1926 otorgó a todos los ciudadanos la igualdad de derechos y la libertad de fe y de expresión. Las élites maronitas desempeñaron un papel vital en todos estos cambios llevándolos a asumir la presidencia de la República del Líbano, el único país del Levante que eligió un presidente maronita cristiano.

Después de la independencia del Líbano en 1943, el régimen libanés, que nació como resultado del Pacto Nacional de 1943, mantuvo la estabilidad política y el crecimiento económico, especialmente durante la presidencia de Camille Chamoun (1952-1958) y Fouad Chehab (1958-1964). A pesar de sus fallas, el "Maronismo político" ha ofrecido una experiencia política liberal, pluralista y democrática avanzada y moderna en esta pequeña parte del Levante.

Con la firma del Acuerdo de El Cairo en 1969 y a continuación el estallido de la guerra civil en Beirut en 1975, seguido del colapso del estado y la división del ejército libanés, los partidos Cristianos tomaron las armas en un intento por proteger su existencia y supervivencia.

El acuerdo de Taif en 1989 puso fin a la guerra civil, pero sometió al Líbano a la ocupación siria. Esta situación duró hasta 2005, año del asesinato del Primer Ministro Rafic Hariri, seguido de la retirada de las tropas sirias del Líbano en 2006. La situación sigue siendo políticamente inestable, pero todos los habitantes libaneses, incluidos los Maronitas, siguen intentando las mejores vías para encontrar el camino a seguir en aras de un futuro mejor para el Líbano.

En el nivel eclesiástico, entre 2003 y 2006, la Iglesia Maronita experimentó un evento excepcional: el Sínodo Patriarcal Maronita, que fue el sínodo Maronita más concurrido e importante desde 1736 en términos de participación, temas y decisiones. Una de las decisiones más influyentes tomadas por este Sínodo fue la revitalización de las relaciones entre las comunidades maronitas y las instituciones en el extranjero. Esto llevó al Patriarca Sfeir a establecer, en 2006, bajo sus auspicios, la Fundación Maronita en el Mundo. Esta fundación tiene como objetivo instar a las comunidades libanesas a permanecer conectadas con su patrimonio y raíces libanesas y eclesiásticas, así como infundir fervor en lo tocante a la recuperación de la nacionalidad libanesa. Como resultado, el Parlamento del Líbano aprobó en 2016 una ley que permite a los inmigrantes de origen libanés reclamar su ciudadanía libanesa.

Padre Jad Kossaify





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